Hay momentos en la vida pública que nos exigen detenernos, tomar un respiro colectivo y preguntarnos: ¿qué tipo de sociedad estamos construyendo? Recientemente, en un mitin público, se hizo el comentario de que hay "literalmente una isla flotante de basura en el medio del océano... creo que se llama Puerto Rico". Esta afirmación con tintes racistas no solo ha tocado una fibra sensible, sino que ha cruzado una línea. Ha abierto viejas heridas de prejuicio y ha revivido estereotipos dañinos que, durante demasiado tiempo, han afectado a la cultura y la historia puertorriqueña. Tales palabras, aunque dichas en tono de broma, tienen consecuencias inmediatas que se extienden a las comunidades, especialmente cuando Puerto Rico es un territorio de los EE. UU. rebosante de resiliencia, talento y hospitalidad que definen la experiencia caribeña.
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En la era digital actual, donde el trabajo remoto y híbrido ha ganado terreno globalmente, es crucial no perder de vista las ventajas únicas del trabajo presencial, especialmente en culturas ricas y expresivas como la nuestra en Puerto Rico.
Nuestra herencia cultural se distingue por la calidez, las expresiones afectivas, la empatía profunda y una alegría que nos es intrínseca. Estas cualidades se manifiestan plenamente cuando compartimos un mismo espacio físico. La interacción cara a cara no solo mejora la comunicación y facilita la comprensión mutua, sino que también fortalece vínculos duraderos y genuinos entre colegas. |
AutorDr. Gilberto Crespo es un experto en tecnología e investigador en seguridad de información. Archivos
Noviembre 2024
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