Nuestra herencia cultural se distingue por la calidez, las expresiones afectivas, la empatía profunda y una alegría que nos es intrínseca. Estas cualidades se manifiestan plenamente cuando compartimos un mismo espacio físico. La interacción cara a cara no solo mejora la comunicación y facilita la comprensión mutua, sino que también fortalece vínculos duraderos y genuinos entre colegas.